La ciudad está llena de hoyos, de cráteres y hendiduras en sus principales calles. Los hoyos están por todas partes, frente a centros comerciales, en las entradas a instituciones oficiales y hasta en calles poco transitadas. Y es que la construcción del nuevo acueducto trajo consigo el daño que se veía venir: “el colapso de las viejas tuberías que, estando obsoletas, producen las filtraciones en las vías.
Así vemos la ciudad sometida a los constantes derrames de aguas causados por las fugas que debieron ser corregidas en el proceso de las pruebas. Es lamentable que muchas de las obras construidas por el Estado no cuenten con las debidas previsiones, ya que antes de hacer las conexiones se debieron cambiar las antiguas redes de distribución.
Pero eso es otra historia, ya que la realidad indica que debemos resolver cuanto antes un problema que afecta a los conductores de vehículos, y da un pésimo aspecto a la ciudad. Ya sabemos que el Ayuntamiento está a la espera del plan de asfalto, algo que fue anunciado públicamente por el actual ministro de obras públicas, ingeniero Gonzalo Castillo, y que aún estamos esperando.
Mientras tenemos la ciudad convertida en un guallo, llena de hoyos, también nos preocupa la falta de amor que muestran funcionarios que debían estar al frente luchando por dar soluciones a estos y otros problemas que padece nuestro pueblo. Ahora que se escuchan las expresiones impublicables de quienes por desgracia caen de golpe en uno de estos hoyos, sería oportuno preguntar ¿el por qué el gobierno no trae asfalto a esta ciudad? ¿Qué o quién lo está impidiendo? Entendemos que hay muchos hoyos que debemos tapar para recuperar la imagen de una ciudad que espera más de nosotros…
Mientras seguimos esperando por un metro de asfalto, es preciso recordar la consigna levantada por moradores de nuestros campos, los que desde arriba exigen que se asfalten 50 kilómetros de carretera para la zona cafetalera. Por lo pronto, seguimos preguntando, cuándo veremos el asfalto?