El deber es poner orden en todas las calles y avenidas de la ciudad, asumir cumplir y que otros cumplan la ley de tránsito, y proponernos actuar de forma civilizada, sin ignorar las normas de convivencia que llaman a conducir con prudencia. Esto es lo ideal, lo que todos los ciudadanos, sin importar estatus o posición social, estamos llamados a respetar.
Como podemos apreciar, lo que pedimos no es difícil ni imposible de aplicar, sólo bastaría contar con el concurso de las autoridades, aunar voluntades y asumir como tarea fundamental: corregir lo que está mal.
Y qué mejor lugar para comenzar que asumiendo organizar el tránsito en el corazón de la ciudad, en los alrededores del parque central por donde es cada vez más difícil transitar por el congestionamiento de vehículos, por las paradas desorganizadas de motoconchistas y por la apropiación ilegal de las aceras por parte de dueños de negocios. Son muchos los factores que favorecen el caos y el desorden, como el que se observa con muchos conductores de minibuses que en taponan la calle Presidente Billini, manejando a paso de tortuga, ante la mirada complaciente de los agentes de la AMET.
Es evidente que no basta con poner señales en las calles y avenidas, que no es suficiente con instalar semáforos y reparar los existentes, si no asumimos con responsabilidad la tarea de organizar la ciudad. Este medio informativo aboga por que las autoridades consideren hacer que todos cumplamos con la ley, y que a nadie se le ocurra violar las normas y resoluciones municipales, comenzando por las propias autoridades.
Desde la Fundación de Baní apreciamos la visión desarrollista y el espíritu cívico de nuestros antepasados. Honramos a los tres padres de la patria colocando sus nombres a tres calles principales y, para sellar el cuadro del parque central, colocamos el nombre del presidente Billini, como figura ejemplar del banilejismo. Que sea justamente la calle que lleva el nombre de uno de los más excelsos hijos de Baní, la que esté siendo convertida en un arrabal, es algo que debe terminar, y para eso están las autoridades.