Los que por décadas han venido planteando la necesidad de favorecer al pueblo haitiano para que pueda superar las condiciones de marginalidad y pobreza en que hoy se encuentra, comienzan a despojarse del disfraz que los hacía ver como seres sensibles, de nobles ideales y espíritu solidario. Así llegaron a pregonar por el mundo sus “buenas intenciones” y se hicieron acompañar de sus amigos de Francia y Canadá, para crear una fuerza humanitaria bajo el supuesto propósito de contribuir a estabilizar el orden democrático.
La nación más pobre de América; por demás, saqueada por tiranos despiadados y piratas de la política, lejos de mostrar avances que apunten hacia el desarrollo, ha venido confrontando calamidades, azotada por fenómenos naturales y por las malas artes de quienes se aprovechan de su infortunio. Y como es natural, en busca de sobrevivir, miles de haitianos optan por emigrar en condición de refugiados económicos, víctimas del engaño de sus gobernantes y de aquellos que proclaman en foros internacionales que están preocupados por el crecimiento de los niveles de pobreza que se registran en el país vecino.
Sin embargo, desde esos organismos arremeten contra el Estado dominicano, sugiriendo que debemos cargar con la mayor cuota de responsabilidad en la misión de intentar rescatar la economía haitiana. En esa dirección han llegado al colmo de promover campañas internacionales donde nos tildan de racistas y xenófobos, por el simple hecho de aplicar políticas migratorias que nos amparan como nación.
El pasado lunes, el gobierno de Donald Trump, anunció el fin del Estatus de Protección Temporal para Haití y dio un margen de 18 meses a sus 59 mil beneficiarios para que regresen a su país o se busquen otras alternativas. No queremos pensar que la masa de haitianos que será sacada del territorio norteamericano escoja como alternativa el suelo dominicano. El Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, mediante un comunicado expresó que los 59 mil haitianos tienen hasta el 22 de julio del año 2019 para permanecer en territorio norteamericano, fecha en que vence el Estatus de Protección Temporal.
Justo ahí radica nuestra preocupación, ya que las potencias autoproclamadas defensoras del pueblo haitiano se niegan a tender las manos de la solidaridad cuando más lo necesitan nuestros hermanos haitianos. Ojalá que la comunidad internacional despierte y corresponda con disponer de un plan orientado a transformar la frágil y endeble economía que los empuja a emigrar. Y para eso, todos debemos aportar.