Cuando escuchamos las denuncias reiteradas de ciudadanos, que a través de los medios de comunicación se quejan, por la supuesta colocación de sustancias prohibidas para ser arrestados, más que una justificación para llamar la atención, podría tratarse de la acción premeditada de individuos que aprovechan las insignias oficiales para cometer hechos repudiables, reñidos contra la ley que dicen defender.
En los barrios, sectores y comunidades, sin importar la naturaleza social de los ciudadanos, se cuentan historias escalofriantes de jóvenes estudiantes, deportistas y de trabajo, que han pasado por la desgracia de encontrarse con agentes de la Dirección Nacional de Control de Drogas, que actúan con desenfreno, causando daños irreparables a humildes ciudadanos que no sólo ven cómo destruyen sus ajuares en allanamientos deshumanizados, sino que además, dañan la moral de las familias afectadas.
La sociedad dominicana asiste a los más oscuros episodios, como resultado de las acciones depravadas de quienes van a las instituciones a defraudar la confianza en ellos depositada. En una sociedad, supuestamente civilizada, nunca llegaremos a entender el por qué de las destrucciones causadas a viviendas que son allanadas bajo la presunción de que en éstas se ocultan drogas, cuando en las susodichas operaciones actúan representantes del Ministerio Público. Pareciera que los agentes antinarcóticos se saciaran con destruir lo que ha costado años de sacrificios.
Lo que acaba de ocurrir en San Juan de la Maguana, donde por instrucciones del Departamento de Asuntos Internos de la DNCD, fue colocada una cámara de vigilancia en la misma dotación de la Dirección Nacional de Control de Drogas, donde pudieron apreciar cómo agentes al servicio del organismo, utilizaban el local para, supuestamente ocultar sustancias prohibidas, provocó el allanamiento y arresto de todos los agentes, en una acción que debe ser aplaudida, ya que envía una señal positiva en una sociedad que clama por el saneamiento ético y moral de las instituciones públicas.
La DNCD no puede continuar albergando en su seno a elementos depravados que atentan contra la moral de los buenos ciudadanos. Ojalá que lo ocurrido el pasado sábado en San Juan de la Maguana, forme parte de un plan nacional que permita eliminar las malas acciones que se generan a lo interno de ese organismo.