La universidad más vieja del nuevo mundo llegó a Baní con la encomienda de aportar al desarrollo social, económico y cultural de la región. Llegó revestida de autoridad, precedida de su decorosa historia, apoyada en la filosofía humanista que se afianza con el paso de los años. La universidad primada de América está entre nosotros, en el seno de un pueblo progresista, y aspira a ser tratada con respeto, reconociendo que tiene derecho a contar con su propia casa.
Y es que la UASD: la universidad del pueblo, luce dispersa, sin un espacio propio para ofrecer el pan de la enseñanza, reducida a una simple inquilina que malvive en medio de las dificultades. En ese cuadro perturbador, se levantan las voces de estudiantes que piden a gritos la ciudad universitaria, la obra prometida por el presidente Danilo Medina, la obra que esperan las familias pobres que sueñan ver sus hijos graduarse de una carrera profesional. Ojalá que la lucha emprendida por el Patronato de apoyo a la UASD y que hoy asumen los estudiantes, logre concitar el respaldo de todos los sectores de la población, incluyendo a las autoridades.
La universidad de los humildes, de los que no pueden costear los estudios de sus hijos en universidades privadas, está a punto de sucumbir por falta de una edificación. Ya el ayuntamiento cumplió con aportar los terrenos para su construcción, y ahora necesitamos del gobierno central que inicie los trabajos: manos a la obra.