En las últimas tres décadas de ejercicio político la provincia Peravia ha descendido estrepitosamente del pedestal del reconocimiento de su liderazgo. Hemos involucionado a tal punto, que de aquel pueblo de figuras trascendentes, en el orden de la política, sólo quedan las huellas de un pasado que pocos se empeñan en recordar.
Y es que hace años Baní no cuenta con una figura política en condiciones de abogar por las obras que necesitamos. No pasamos de posiciones de segunda, porque los ministerios y direcciones generales parecen más grandes frente al pobre liderazgo que tristemente hoy nos representa.
Desde que el actual senador dejó de ocupar la dirección del Instituto Agrario Dominicano, durante el primer gobierno del Dr. Leonel Fernández, no hemos contado con un ciudadano que haya sido reconocido para ocupar una posición cercana al despacho presidencial.
Por el contrario, a lo interno de los partidos políticos no se observan dirigentes con el brillo necesario para saltar a la palestra nacional. Un caso que nos invita a reflexionar si queremos dejar atrás los puestos que los de arriba reservan a ciudadanos de segunda.
Ahora que contamos la dolorosa historia que podría llevarnos a los libros de récord Guiness por el nombramiento como viceministro del joven Van Troy Suazo, quien a menos de una hora de conocido el decreto, ya el presidente de la República anunciaba su destitución, ante el escándalo público generado al saberse acusado de, supuestamente, haber golpeado a su esposa.
Ahora somos noticias por una situación engorrosa, mientras se pierde la posición de segunda, reservada para ciudadanos considerados de segunda, en un pueblo carente de liderazgo que merece volar más alto.