Parecería un contrasentido procurar retroceder, pero cuando se trata de retornar a los valores de respeto y apego a las normas que hacen posible la sana convivencia entre los seres humanos, encontramos el fundamento de un planteamiento que busca poner orden en una ciudad que poco a poco va perdiendo su identidad.
De nada han valido los esfuerzos por organizar el transporte, comenzando por los miles de motoconchos que toman las esquinas de estacionamiento, y ni hablar de lo que ocurre en pleno centro, donde se percibe el caos entre conductores que irrespetan las señales de tránsito. Y es que la inversión que realiza el Ayuntamiento municipal para dotar de modernos semáforos las principales vías de la ciudad, se ve empañado por individuos irresponsables que manejan de forma temeraria, sin control ni respeto por las señales de tránsito. En Baní hemos llegado al extremo de la permisividad, ya que esto ocurre frente a los agentes llamados a garantizar el cumplimiento de la ley de tránsito.
Es entendible que los pueblos se acostumbren al desorden, cuando las autoridades eluden sus responsabilidades; sin embargo, ante la inversión que realiza el Cabildo para reorganizar la ciudad, todos debemos colaborar. Los buenos ciudadanos son aquellos que respetan las leyes y normas de convivencia. No se concibe contar con calles señalizadas cuyas vías pocos respetan. Y peor aún, ver cómo decenas de conductores cruzan en rojo los semáforos poniendo en riesgo la vida de personas.
Saludamos la disposición del Ayuntamiento municipal para organizar la ciudad. Sin embargo, es necesario que se tomen medidas drásticas contra quienes violan la ley de tránsito, comenzando por aquellos que se colocan en las esquinas de forma desordenada, y los conductores de minibuses que entaponan la calle Presidente Billini, manejando a pasos de tortuga. Esa y otras menudas violaciones se juntan para afectar la imagen de la ciudad, y es lo que debemos evitar.