El pueblo dominicano celebra hoy el día de la Independencia Nacional. El legado más grande que heredamos de quienes hace 174 años, bajo el grito de Dios, patria y libertad, decidieron fundar una República libre y soberana.
Al recrear hoy tan magno acontecimiento, pensamos en el sacrificio de Duarte y Los Trinitarios, quienes concibieron el proyecto libertario motivado por nobles ideales, sin buscar beneficios ni glorias personales. El 27 de febrero, con el fuego esperanzador del patriotismo, se levanta cimera la figura de Matías Ramón Mella, cuál estrella reluciente que marcó la hora redentora. Somos dominicanos, hijos de una patria libre y soberana, con aciertos y desatinos, con sueños inconclusos, pero constructores de nuestro destino.
Hoy, cuando llueven los discursos floridos, miramos hacia el seno de los partidos políticos que se resisten a la aprobación de una ley que los regule. Pensamos en la justicia corrompida que celebra junto a los que desfalcan el Estado dominicano. Miramos las sentencias benignas emitidas para los de arriba y los castigos severos para los de abajo.
Entonces, en este día de la patria, a la par con las demandas de proteger la frontera para evitar el trasiego ilegal de extranjeros, debemos abogar por que se castiguen a los responsables del tráfico de haitianos indocumentados por la frontera.
Pero además, en este día de la Independencia Nacional sería oportuno escuchar de los diferentes partidos cuál es su posición oficial sobre la inmigración haitiana. Más aún, abogamos porque -entre la batería de discursos- escuchemos la posición del gobierno dominicano sobre el tema