Cuando las entidades, sin importar su naturaleza, carecen de gerencia, dan poca importancia a la comunicación como vía idónea para orientar los procesos que se viven a lo interno: procesos que comienzan pequeños, pero que con el paso del tiempo, se desbordan y son difíciles de controlar. Así ocurre en el recinto Baní, de la Universidad Federico Henríquez y Carvajal, un centro académico desde el cual se están protagonizando protestas que traspasan los linderos del campus universitario.
Todo comenzó por el aumento en los pagos por cuatrimestres. Resaltando los estudiantes que fueron sorprendidos con un reajuste desproporcionado. Sin embargo, como dato curioso observamos que las protestas buscan paralizar el tránsito de vehículos en la carretera Sánchez, y que -según informaciones ofrecidas por el relacionista público de la UFHEC, el aumento sólo fue de 500 pesos, para llevar las mensualidades a 2 mil 300 pesos. No obstante, los estudiantes insisten en reiterar que dicho aumento elevaría el pago a 3 mil pesos. Entonces ¿qué está pasando en una universidad repleta de estudiantes que vienen desde lugares distantes en busca del pan de la enseñanza?
Si las autoridades académicas no abren las puertas al diálogo para apaciguar los ánimos y parar las revueltas de masas enardecidas, no hay que adivinar lo que va a ocurrir, porque donde no hay diálogo, donde no existen vías de entendimiento, el panorama siempre será incierto. Y queremos una universidad trabajando a plena capacidad, con estudiantes que respondan a resaltar con orgullo las bondades del centro donde adquieren sus conocimientos, con profesores dinámicos, preparados para impulsar planes de estudios actualizados, y una dirección que responda al modelo de gerencia que prioriza en la eficiencia.
Mientras esperamos por todo esto, comiencen por bajar el clima de tensión que impera en la Universidad Federico Henríquez y Carvajal, porque nadie logra prosperar en medio de la anarquía y la intranquilidad.