Previo a la antesala de la celebración del desfile de carnaval, como opening inesperado, se produjo la sorpresa: llegó el presidente Danilo Medina, y antes que se abrieran las cortinas para dar inicio al majestuoso espectáculo, comenzó la celebración de los productores de mangos.
El mandatario llegó sin los tradicionales atuendos del carnaval, sin máscaras alusivas a personajes característicos, ni con discursos ambiguos: llegó vestido de compromiso, de deseos de motivar a los agricultores que cultivan con esfuerzos nuestra emblemática fruta. Y se reunió con ellos, escuchó sus demandas y dijo “manos a la obra”. Allí en la comunidad del Cañafistol brilló la esperanza, creció el entusiasmo y salieron los productores con nuevos bríos a laborar la tierra, convencidos de poder contar con los recursos y equipos necesarios para elevar sus cultivos.
Pero más allá de los resultados tangibles de la visita sorpresa, el presidente Medina no sólo contribuyó a animar a los productores de mangos, sino que prometió quitarnos el velo de la vergüenza que cargamos los peravianos, ya que siendo los mayores productores, en la actualidad, tenemos que llevar a procesar la fruta a la ciudad de Moca.
La promesa de construir en Baní una moderna planta que permita comercializar el producto con los estándares de calidad requeridos en los mercados internacionales, es un significativo aporte a la cosecha, la producción y comercialización del mango como buque insignia en la generación de divisas.
Ayer celebramos por partida doble: aplaudimos el majestuoso desfile de carnaval, nos maravillamos al contemplar el derroche de colores y la gran imaginación de nuestros artistas del folclor y las tradiciones populares, pero además, sentimos la lluvia esperanzadora de las promesas del presidente, quien llegó justo a tiempo, en la antesala de la fiesta, para trazar los perfiles del desarrollo de la producción de mangos en la provincia Peravia.