Las maniobras indecorosas, puestas de manifiesto en los procesos internos, llámense primarias o convenciones de partidos, mueven a preocupación en todas las parcelas, ya que cada agrupación política en la República Dominicana, tiene sobrada experiencia en la implementación de métodos poco éticos que se aplican en contra de sus propios militantes, como resultado de la falta de institucionalidad que las coloca al margen de los lineamientos democráticos que presentan a la sociedad.
Así por décadas, los amos, dueños y señores de los partidos políticos, sin importar colores de banderas, sacan sus garras para realizar componendas y acuerdos de aposento, malgastan los presupuestos sin rendir cuentas y marginan de los procesos internos a buenos dirigentes que por falta de padrinos, ven frustradas sus aspiraciones a escalar posiciones, tanto en los partidos como en el Estado. Y es que el sistema político, sin una ley de partidos, ha devenido en un asalto a los valores democráticos, causando frustración en el nuevo liderazgo que se va alejando cada vez más de un escenario marcado por el desorden.
A propósito de la denuncia del presidente de la juventud del Partido Reformista Social Cristiano, quien muestra preocupación por la supuesta exclusión de unos 320 delegados con derecho a participar en las primarias de esa organización, volvemos al tema puesto en escena por los artistas del show mediático montado para distraer al pueblo dominicano, con el debate poco sustancioso de que si proceden primarias abiertas o cerradas.
A todo esto, nos preguntamos ¿por qué no aprueban la ley de partidos dejando a la conveniencia de sus militantes aprobar el método de realizar sus primarias? Cuando observamos el proceder anti democrático de muchos dirigentes, acostumbrados a retorcer los procesos actuando a sus anchas, pensamos en lo bueno que sería para éstos cerrar sus primarias. Sin embargo, lo oportuno y prudente, es que quienes decidan sean los dirigentes y no mediante una camisa de fuerza contenida en la ley.
El que sean o no cerradas o abiertas es un debate inteligente, orquestado para postergar una vez más el conocimiento y aprobación de la ley de partidos. Un montaje con actores conocidos, con un guión que no llena las expectativas, y una pésima actuación de la clase política. Nos están encaminando a observar distantes el feo espectáculo donde sólo muere la democracia, mientras un puñado de actores se burla de la desgracia de un pueblo cada vez más pobre, aunque las estadísticas digan lo contrario.