Así está nuestra zona franca, abandonada a su suerte, en estado agónico, y sin remedios a su alcance para recuperarse. Una Corporación fabril que llegó a concentrar cerca de nueve mil obreros, sin contar el impacto económico que generaba en todas las comunidades de la provincia. Llegar a la puerta de la zona franca industrial banileja, evidenciaba la movilidad económica de cientos de personas que se desplazaban desde tempranas horas para buscar el sustento de sus familias.
Ahora que la estamos perdiendo, que se está muriendo, aún queda tiempo para rescatarla, reanimarla y devolverle su tradicional esplendor. La zona franca, la que ayer nos llenaba de orgullo, está a punto de sucumbir ante la mirada indiferente de una sociedad indolente. Y más allá de buscar culpables, entendemos prudente, convocar a las fuerzas vivas de nuestro pueblo, a las autoridades de la provincia, a las entidades representativas, la cámara de comercio, la unión de comerciantes y todas las organizaciones empresariales, de productores y gremios profesionales, para emprender una jornada permanente en procura de levantar nuestra zona franca.
Es tiempo de salir del letargo, para impulsar la lucha por el rescate de un patrimonio exclusivo del pueblo. La zona franca fue creada para crear mano de obra especializada, y llegó a alojar en su seno a miles de jóvenes que ganaban el sustento de forma honrada. Al celebrarse ayer el día Internacional del trabajo, el pueblo debió ser convocado a marchar por el rescate de la zona franca. Porque la juventud desea y merece más fuentes de trabajo, y eso debe garantizarlo el Estado dominicano.
Con frecuencia nos quejamos de la alta tasa de desempleo, de las escasas fuentes de trabajo, y del crecimiento de la delincuencia. Sin embargo, nos cruzamos de brazos, viendo morir nuestra zona franca. De ahí el llamado urgente a rescatarla.