La mayoría están igual: padecen los mismos problemas. Lucen descuidadas y abandonadas, mientras se prolongan las causas del deterioro. Y están ahí, esperando que alguien acuda en su auxilio. Son nuestras, están en la ciudad y su desgracia habla mal de nosotros.
Se trata de las calles de Baní, las que hasta hace poco se veían asfaltadas, limpias y señalizadas. Hoy están llenas de hoyos, como si a nadie le importaran. Y los hoyos están por todas partes, desde el centro, cerca del parque, por barrios y residenciales. Hay miles de hoyos, grandes, medianos y pequeños. Hoyos que asemejan fosas, zanjas y cavernas. Hoyos que provocan frases impublicables. Hoyos infernales, y autoridades inmunes a las maldiciones de los conductores.
Sin embargo, como es evidente, vemos que se conjugan los derrames de agua que provoca el acueducto, con las viejas tuberías, y la apatía de los funcionarios del INAPA. Del otro lado, observamos la falta de planificación entre el Ayuntamiento y el Ministerio de Obras Públicas, lo que conlleva a agravar el mal estado de las vías de la ciudad. En ese sentido, precisamos la intervención inmediata de la calle Beller.
Una vía de tránsito que se constituye en un dolor de cabeza para quienes por ella se desplazan. Si no hay recursos para todas, comencemos por una: comencemos por la Beller, por donde transitan los camiones, patanas, volquetas, y tanqueros que van hacia la ciudad capital. Si por una hay que comenzar, que lo hagan por la Beller, pensando en el país, ya que al parecer, desde arriba pocos piensan en Baní.