Y no criticamos por el simple hecho de criticar, porque en múltiples ocasiones hemos aplaudido las acciones de jueces cuyas sentencias se ciñen a la lógica del derecho. Sin embargo, también nos asiste el derecho a cuestionar las decisiones que empañan la imagen del tren judicial.
Recordamos el caso en el que se vio involucrado uno de los encargados de proteger la residencia del alcalde del municipio, cuando unos presuntos delincuentes trataron de despojarlo del arma que portaba para cumplir con su deber. La comunidad de Villa Sombrero fue testigo del hecho que terminó en un linchamiento.
Obviamente, jamás comulgamos con que se quite la vida a un ser humano, pero entendimos como un mal ejemplo, enviar a prisión a quienes en función de seguridad pasan por la difícil situación de repeler los ataques despiadados de individuos que salen dispuestos a matar para robar.
Aquella sentencia solo reafirma que nadie en su sano juicio aceptará emplearse como seguridad para portar un arma con la que no podrá enfrentar los delincuentes. Algo improcedente.
Ahora que sufrimos el impacto del cruel asesinato de dos vigilantes al servicio de una estación de expendio de gas licuado de petróleo, nosotros nos preguntamos ¿cuál será la sentencia del señor juez? Y ¿si podemos contar con que por esta vez las autoridades den con los culpables del horrendo crimen, ahora que se está aplicando el novedoso sistema conocido como Constantino?
En lo que recibimos las respuestas tenemos la necesidad de exigir a quienes están llamados a impartir justicia para que actúen con mesura y comedimiento a fin de evitar los malos ejemplos, porque al paso que vamos no tendremos guardianes ni vigilantes en empresas, negocios, residencias e instituciones del Estado, porque lamentablemente ya contamos con guardianes asesinados hasta en las escuelas.