Desde que se fundó la República, los dominicanos hemos soñado con la aprobación de una ley de partidos políticos que se ajuste a los requerimientos de la sociedad. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados por entidades sociales, políticas y empresariales, los mismos representantes de los partidos políticos se daban a la tarea de engavetar cada uno los proyectos presentados.
Desde que iniciamos la vida republicana hemos contado con múltiples propuestas encaminadas a regular el ejercicio de las instituciones políticas que participan en la arena electoral. Obviamente, como es entendible, las organizaciones que sustentan la democracia de la nación, están llamadas a servir de ejemplo, mostrando la cara de la transparencia y la participación igualitaria de los ciudadanos en los procesos de elección.
Lo que hasta hoy ha pasado, desde los partidos mayoritarios, muestra lo contrario: la falta de transparencia les lleva a no rendir cuentas, a negociar y vender candidaturas, a recibir aportes de donde vengan, y dejar de lado la función formativa de los militantes inscritos. Lo que hemos visto es cómo el Estado dominicano malgasta miles de millones de pesos para garantizar la presencia de partidos políticos en campañas electorales, millones de pesos que pagamos de nuestros impuestos los ciudadanos dominicanos.
El anuncio hecho por el presidente del Senado, en el sentido de que el proyecto de ley de partidos políticos que reposa en el Congreso, será aprobado de consenso, es halagüeño y esperanzador, porque deja atrás el manido debate generado en torno a las primarias. Ya lo habíamos planteado, luego lo hizo el Episcopado Dominicano y cientos de ciudadanos: que la ley debe ser aprobada dejando a los partidos políticos que decidan a lo interno cómo quieren realizar sus primarias. Esa es una decisión soberana que fortalece la democracia sin imponer una camisa de fuerza. Ojalá que de la reunión prevista para mañana surja el consenso y en los próximos días se apruebe una ley, que al parecer, por primera vez será tomada en serio.