Vivimos en un país donde los temas relevantes, los que suben a la palestra, son fríamente elaborados para desde arriba marear a los de abajo. Un pueblo que ve surgir escándalos que en segundos son desmontados por estrategas de la comunicación que sirven al despropósito de desviar la atención de la población para relegar temas de interés nacional, invocando la supuesta falta de memoria de los ciudadanos. Y así andamos, despertando con noticias que delatan la fragilidad del Estado, para en poco tiempo, y sin ningún resultado, dejar de lado lo que ayer nos preocupaba.
Así ocurre con el tema haitiano, donde alertamos sobre la posibilidad de una poblada, orientada por sectores foráneos, que alientan una invasión pacífica, bajo la premisa del descalabro institucional que pone en riesgo la vida de los vecinos haitianos. Sin embargo, mientras se denuncia, contamos con la complicidad de dominicanos que se nutren del tráfico de personas por la frontera, incluyendo a quienes están colocados en puestos de chequeos y a muchas autoridades. Desde hace tiempo venimos observando casos escalofriantes que delatan la complicidad de muchos dominicanos que por llenarse los bolsillos atentan contra la salud de la patria.
Pero el tema surge, se repite y se saca de los medios de comunicación, y seguimos al ritmo de bachata, sin prestar atención a un tema que afecta a toda la nación. Ojalá que en el mes de la patria, más que buscar cámaras con discursos floridos, las autoridades asuman tomar medidas de seguridad en la frontera, porque no bastan los equipos tecnológicos, drones y armas sofisticadas, cuando falta conciencia de parte de las autoridades llamadas a preservar la soberanía de la patria.