Desde las cárceles se usan las redes sociales para robar y extorsionar y Baní no escapa a esa realidad.
En esta ciudad han estafado a cantidades de personas, a las que llaman a sus móviles y les hacen dramas sobre situaciones críticas de familiares conllevándolos a colocarles sumas de dinero a cuentas que presentan.
También hay víctimas en esta ciudad, con recargas y con el pago del transporte de supuestos artículos del hogar, que anuncian se sacó el engañado.
En la cárcel de esta ciudad Bani, en la del 15 de Azua, operan partes de estas mafias, las que además se encargan de torturar a personas que caen presas y por encargo se les manda a castigar.
Los delitos de toda índole y sobre todo los cibernéticos están detrás de los barrotes de nuestras cárceles.
En el mundo cibernético, algunos malhechores se disfrazan en un perfil de alguna red social con fotos de otras personas, con gustos o intereses semejantes a los de un niño o niña o incluso las preferencias exactamente similares de los jóvenes para atrapar a muchos y extorsionarlos.
Se roban identidad para hacer llamadas para informar sobre supuestos premios, para clonar tarjetas y causar otros daños.