Cuando los pueblos son dirigidos por políticos que actúan movidos por la avaricia, nadie puede extrañar que ocurran casos repudiables como el que ahora debemos enfrentar en la provincia Peravia, donde un puñado de funcionarios que fueron elegidos por el pueblo, “llegaron a ponerse de acuerdo” para apoyar la instalación – del más letal- de todos los proyectos de generación energética.
Y es que el conjunto de autoridades electas, salió a defender a los cuatro vientos la construcción de las plantas a carbón de Punta Catalina, con el desfasado argumento de que las mismas contarían de una moderna tecnología que facilitaría el control de las cenizas que serían esparcidas a raíz de su generación.
Y uno por uno fuimos llamados como borregos al matadero: periodistas, líderes religiosos, profesionales y comunitarios, para que los científicos de la política tildaran de atrasados a los que cuestionaran o dudaran de las bondades que recibiría la provincia Peravia al ser beneficiada con unas plantas a carbón que habían sido descontinuadas en la mayoría de los países del hemisferio. Y así como borregos, nos quedamos sin protestar, caímos anestesiados por la magia de unas autoridades que en vez de defender a la provincia, decidieron colocarse del lado de los que tramaron instalarnos sobre la cabeza, unas plantas, cuya matriz de generación energética, ha sido rechazada en toda Latinoamérica por los graves daños que causa a la salud de la población. Ahora, cuando el pueblo sabe que los padrinos de la obra sólo buscaban beneficiarse de esta y que la tal defensa no fue por otras motivaciones, lo único que nos queda es comenzar a luchar para que cambien la matriz de generación a carbón por gas natural.
Y mientras tanto, ojalá que las montañas de cenizas, de no ser recogidas, sean colocadas en los patios de las viviendas de los funcionarios que ayer decían que el carbón no contaminaría.