No se trata de individuos visionarios abiertos a nuevas oportunidades. Son los que aparecen como por arte de magia para trastornar la vida de muchos ciudadanos, los que hacen malabares para sacar provecho del caos y el desorden que se reproduce en múltiples espacios de la ciudad.
Son los que, cubeta en manos, se dedican al lavado de autos sin consentimiento de sus propietarios, los que se apropian de determinados tramos de las calles para implementar el negocio de parqueo y vigilancia, llegando a cubrir con cartones los cristales delanteros con el propósito de recibir los pesos que, casi de forma obligada, tienen que pagar los usuarios de un servicio que no ha sido solicitado.
Y así andamos, con el centro de la ciudad arrabalizado, dando la sensación de que estamos huérfanos de autoridades.
Sin embargo, en medio de la pandemia del coronavirus, otro negocio o emprendimiento ha surgido. Se trata de los “guarda turnos” que hacen su agosto en entidades bancarias, levantándose de madrugada para vender por trescientos y cuatrocientos pesos estos espacios, aunque los precios van cambiando según se van alejando.
Obviamente, este negocio va prosperando en la medida en que los bancos asumen cumplir con el protocolo de distanciamiento para prevenir la expansión del coronavirus. Es decir, los “guarda turnos” pueden continuar sus labores productivas sin que nadie se lo impida, muy a pesar de lo mucho que irrita llegar temprano a la fila de un banco para escuchar la lluvia de ofertas de quienes venden la oportunidad de entrar sin mayor sacrificio que pagar a los susodichos individuos.
En muchos casos se trata de adultos mayores que se identifican como padres de familia, pero en el caso de los lavadores de autos, y demás modalidades que observamos en pleno centro de la ciudad, se trata de mozalbetes que resaltan por la imagen que proyectan. De ahí la necesidad de implementar políticas públicas para garantizar el rescate de los espacios públicos, comenzando por brindar oportunidades a quienes se dedican a buscarse la vida en las calles.