La población ha sido paciente, ha pagado de forma obligada los abusos de una compañía que desde su origen se ha ensañado contra quienes no tienen opciones para suplir de energía sus hogares.
Las altas facturaciones registradas en el mismo epicentro de la cuarentena, cuando menos ingresos y posibilidades de pago tienen los ciudadanos, es una muestra de indolencia y falta de conciencia de sus incumbentes.
La única esperanza de quienes estamos atrapados en las redes de esta empresa está en el cambio de su administración, con la fe de que sus nuevos gerentes tengan compasión de los clientes que pagan por un servicio que debe ser más eficiente.
Sin embargo, hasta ahora, los tentáculos del pasado se perciben como malos presagios, a pesar de que se observan las brigadas trabajando en el cambio de postes y redes de distribución, lo que conlleva largas tandas de apagones en sectores que están siendo intervenidos por brigadas de EDESUR. Obviamente, todos queremos recibir un buen servicio, pero es oportuno informar a la población acerca de la situación.
Desde hace varios días en muchos sectores de la ciudad son azotados por apagones programados de 8:00 de la mañana a 5:00 de la tarde, lo que impide desarrollar las tareas productivas en negocios que dependen de la energía eléctrica.
De ahí la necesidad de cambiar la rutina de programar los trabajos de forma estandarizadas en perjuicio de los usuarios.
El otro ingrediente que se agrega al calvario es la factura del mes de septiembre, la que por adelantado ha llegado con el mismo monto de los meses pasados, por lo que se requiere de manera urgente dar respuestas concretas a las demandas de los clientes que están siendo castigados con facturas elevadas. Sabemos que EDESUR, aún tiene el mismo modelo de corrupción y que está sujeta a cambiar, por lo que estamos observando desde la orilla para salir en defensa de la población.