La tradición de enganchar en instituciones militares a individuos que nada aportan, y se comportan como asalariados sin justificar, ha sido una práctica tradicional cuestionada por la población dominicana, sin que hasta el momento ningún gobierno había contemplado tomar medidas al respecto. Hoy despertamos con la grata noticia de que los llamados militares “peluches” serán sacados de la administración pública, es la ocasión propicia para pensar en devolver la dignidad a las entidades oficiales.
Y es que lo peluches han escalado tan alto en los cuerpos armados, que al menos dos generales y un sinnúmero de coroneles y oficiales subalternos tienen asegurada sus pensiones porque llevan más de 20 años en las Fuerzas Armadas. De ahí que, al escuchar que 7 mil militares asimilados y personal contratado que cobran sin trabajar en las instituciones castrenses, serán cancelados, es un aliciente en el camino de la transparencia de la gestión pública, al tiempo que significará un ahorro de más de RD$ 90 millones de pesos en pagos de nóminas mensuales. Esto, obviamente, facilitará el ingreso al Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea de la República Dominicana, a verdaderos conscriptos, debidamente entrenados para servir a la patria.
Es lamentable que esta práctica corrupta haya permeado a las gloriosas fuerzas armadas, permitiendo en sus nóminas a supuestos militares que en realidad son empresarios, artistas, comediantes, así como también, hijos de generales, coroneles y funcionarios que no rinden ninguna labor en el Estado.
De igual forma, según la auditoría realizada, hay hijos de congresistas que no desempeñan ninguna actividad útil en las instituciones del Ministerio de Defensa, llegando al colmo de simular que están asignados a funcionarios, empresarios y periodistas. Y así justifican sus ascensos por los años de servicio.
Ahora que nos llega este anuncio, solo nos queda esperar que los susodichos militares peluches pasen a formar parte del pasado oscuro de la administración pública, y que no se trate de una acción del momento, para que el ingreso a las entidades militares sea por méritos y cumplimiento de requisitos, y no por medio de “búsqueda” y cabildeos de funcionarios corruptos.