Como expresara el patricio Juan Pablo Duarte, “La juventud es la dulce esperanza de la patria”. Es la fuerza motriz que impulsa el desarrollo de los pueblos, la chispa que enciende las luchas sociales y aporta su creatividad y talento para el éxito de las diversas jornadas donde se abren las puertas de las oportunidades.
En definitiva, son muchos los jóvenes que trascienden por su potencial profesional y valores humanos. Gracias a ellos el Estado dominicano se vió en la necesidad de crear un ministerio para establecer mecanismos de participación e interacción social que permitan articular políticas inclusivas, dirigidas por y para el desarrollo de la juventud.
Temas como educación, estudios superiores, salud, trabajo, cultura y deportes, merecen ser tratados con un enfoque especial desde las propias entrañas del ministerio. Además, los jóvenes merecen que se les preste dinero para iniciar sus emprendimientos, al igual que se les respeten sus derechos a formar parte del gobierno , sirviendo como entes productivos.
Es decir, que les permitan construir su destino a partir de su propio sacrificio. Sin embargo, ahora que cuentan con un ministerio, que muchos ciudadanos cuestionan el para qué existe, es lamentable que sus más recientes incumbentes, y que por demás son jóvenes mujeres a las que se les ha privilegiado con la posición de ministras, en menos de un año de ocupar el cargo haya sido necesario desvincularlas, bajo acusaciones que esperan ser aclaradas frente a la justicia.
Lo antes dicho envía un mensaje negativo, una señal de que la juventud está fallando, que hay un ministerio que no está bien encausado hacia el logro de los objetivos para el que ha sido creado. Esas luces intermitentes encandilan y ofuscan, perjudican y lesionan la imagen de los jóvenes que actúan en política revestidos del deseo de aportar a la sociedad. Es por esa razón que desde el gobierno, y sobre todo, del partido oficial, deben evaluar la trayectoria de cientos de jóvenes que buscan una oportunidad para demostrar sus competencias en la gestión pública. No juzgamos ni condenamos a quienes han sido desvinculadas, pero es obvio que por los caminos de los rumores los comentarios apuntan hacia la generalidad de nuestros jóvenes y eso no es justo porque la sociedad dominicana está llena de jóvenes valores con ganas de servir a la patria. Son esos la dulce esperanza a la cual se refería Juan Pablo Duarte.