Para quienes han tenido que pasar por momentos difíciles, en medio de tapones infernales que impiden llegar a tiempo al lugar de destino, es bastante comprensible que hayan aplaudido la decisión del alcalde Santo Ramírez. Y no es para menos. Verse en apuros infinitos, a causa del congestionamiento de vehículos, por culpa de un desatino, es la mayor evidencia del atraso en que vivimos.
Y no es por culpa de las angostas calles, como tampoco se trata de falta de civismo, es producto de la irresponsabilidad de las autoridades que por años venían reproduciendo el bochornoso espectáculo de cerrar nuestras calles para fiestas y cumpleaños, sin pensar en los miles de ciudadanos que deben trasladarse a cumplir con sus labores cotidianas.
Otros que también se han visto afectados por la bulla, el ruido, y hasta las reyertas que se originan a partir de las ingestas de bebidas alcohólicas, son los vecinos que por desgracia viven al lado de esos negocios.
Llegamos al colmo de cerrar las vías principales para organizar parrandas en colmados y negocios que convierten el entorno en arrabales.
De ahí el respaldo al señor alcalde por su disposición a terminar con una práctica desfasada. Esa eran las quejas de los ciudadanos afectados, que venían sufriendo por falta de controles de las autoridades.
Es desde esa realidad que el alcalde impartió instrucciones al departamento de Planeamiento Urbano para que no otorguen permisos para organizar fiestas en las calles de la ciudad.
Recordamos que el pasado sábado estaba previsto presentar al bachatero Teodoro Reyes en un establecimiento comercial ubicado en la intersección de las calles Duvergé con Uladislao Guerrero, pero las autoridades del ayuntamiento procedieron impidiendo la actividad tras las quejas de los vecinos del lugar. Nos satisface escuchar las expresiones de rechazo emitidas por el alcalde, quien dijo que bajo ninguna circunstancia el Cabildo banilejo otorgará permiso para fiestas, juegos o actividades de igual naturaleza en medio de las calles, excepto aquellas que sean de índole religiosas y culturales.
El mensaje es claro, los promotores de espectáculos en las calles deberán presentarlos en espacios cerrados, donde no perturben el tránsito de vehículos ni afecten a los ciudadanos.