Esa es la interrogante, lo que no alcanzamos a comprender en la cresta de una pandemia cuyas mutaciones son cada vez más frecuentes. Sentimos y valoramos los esfuerzos del gobierno para lograr vacunar la totalidad de la población con las respectivas dosis. Y nadie puede ignorar la cuantiosa inversión en dinero y esfuerzo para llevarnos a recibir las dos dosis de refuerzo, con el propósito de combatir una enfermedad que se ha empeñado en continuar afectando a la población. A todo esto, a pesar de la buena intención, el gobierno dominicano no ha podido convencer a la mayoría de la población, ya que el 78.1 por ciento del público objetivo no ha querido acudir a los puestos de vacunación, se han negado a ponerse la tercera dosis, muy a pesar de la disposición oficial que establece restricciones que entrarán en vigor el próximo lunes 31 de enero. Entendemos que esa apatía, desgano y desdén de la población debe causar frustración en cualquier gobierno que como el nuestro haya hecho el gran esfuerzo para inocular a sus ciudadanos. Y no es para menos. Ante los constantes llamados, la población se ha negado, haciendo caso omiso a los llamados realizados por las diferentes vías.
Sin embargo, la situación es aún peor, pues resulta que sólo el 66 por ciento de la población se puso la segunda dosis, y para colmo, el 22 por ciento de los dominicanos anda calle arriba y calle abajo sin vacunarse. Así como lo oyen: casi un tercio de la población no ha ido ni una sola vez a un puesto de vacunación.
Por lo visto estamos en una sociedad indisciplinada, incapaz de reconocer la importancia de protegerse de un virus que puede arrastrar hacia la muerte. Entre tanto, lo más frustrante es ver las grandes cantidades de dosis de vacunas que han sido adquiridas para proteger la vida de millones de personas que hoy se niegan a ponérselas. Estamos plenamente seguros, que en caso contrario, si el gobierno no hubiera dispuesto de recursos para comprar los biológicos necesarios, todos estarían culpando y tildando al gobierno de irresponsable, por el hecho de permitir el desastre epidemiológico que atribuirían a la incompetencia y falta de conciencia frente a la pandemia. Obviamente, como tenemos vacunas suficientes, y un gobierno responsable que no ha escatimado esfuerzos ni recursos para que la población alcance a vacunarse, nos toca como ciudadanos colocarnos a la altura de las circunstancias, actuando de forma razonable. Es decir, llegó la hora de vacunarse. Pero hágalo como un acto de conciencia, de amor por la vida y por la familia. No por salir con una tarjeta como pasaporte para entrar a una empresa. La vacunación es la única opción para derrotar la pandemia del COVID-19 y todas sus variantes. Hágalo hoy, porque mañana puede ser demasiado tarde.