Desde que tenemos uso de razón escuchamos la palabra prevención, como una invitación a adelantarnos ante lo que se presume irremediable. Es tomar medidas que contribuyan a desmontar situaciones de riesgos actuando de forma diligente, tomando en cuenta la experiencia de quienes, una vez identifican el problema, actúan para responder de la manera correcta antes de que se presenten las adversidades.
Es así como surgen en las instituciones públicas y privadas, los equipos de gestión de riesgos, contando con las herramientas para mitigarlos o eliminarlos por completo.
Desde esa perspectiva, entendemos aplicar estos conceptos a la realidad de nuestra provincia, y específicamente, en lo relacionado con el medio ambiente, donde hemos descuidado las políticas de encauzamiento de las aguas de nuestros ríos, arroyos y cañadas.
Los técnicos y especialistas en la materia, apuntan hacia el río Baní con su cauce amontonado y lleno de pedregales, con una masa de arena y sedimentos que pueden causar el desbordamiento de sus aguas en temporadas de lluvias.
Y si a eso agregamos que falta un largo tramo que ha sido olvidado y requiere la continuación de los trabajos de construcción del muro de gaviones en la cuenca baja.
Obviamente, toda acción debe ir acompañada de un continuo programa de reforestación que devuelva a nuestro emblemático río su tradicional esplendor, sirviendo de sustento económico a una franja importante de nuestra población.
Es bien conocida nuestra preocupación por los recursos naturales, que desde la Fundación Monte Bonito nos preocupamos por la foresta como alternativa para que el agua no desaparezca por falta de acciones concretas.
La correcta gestión medioambiental conlleva sembrar, cuidar la tierra y respetar la naturaleza.
Creemos necesario abogar por la continuidad de las políticas de desarrollo agroforestal, pero sin desconocer que los acuíferos son, al igual que los seres humanos, dignos de ser saneados y canalizados para que cumplan con la función de llevar las aguas a su destino final.
Ahora que nos adelantamos a la temporada de huracanes, donde nos asaltan grandes temporales de lluvia, es el momento perfecto para construir los muros de gaviones, así como también, bajar las montañas de piedras y agregados que pueden desencadenar el desbordamiento de las aguas, con la secuela de daños que esto implica para las miles de familias que sobreviven en la orilla, en condiciones vulnerables. Actuemos ahora, antes de que ocurra una desgracia.