Nadie hasta ahora, en la provincia Peravia, tiene información sobre -qué se pretende hacer- con las montañas de cenizas que produce la termoeléctrica Punta Catalina. Precisamente, los ambientalistas, científicos y líderes comunitarios han demandado una explicación seria y responsable de parte del Estado. Y mientras nos angustia la espera, las cenizas crecen, se elevan y amenazan a las miles de familias que por desgracia vivimos expuestas a recibir los residuos tóxicos que atentan contra la vida humana.
¿Hasta cuándo seguirá el silencio lúgubre y aterrador de las autoridades? La verdad que los ciudadanos merecemos una respuesta urgente frente a una situación que se ha prolongado por la irresponsable actitud de las pasadas autoridades. Las que prometieron sacar provecho a unas cenizas que hasta la fecha no han servido más que para traer enfermedades. Y es que ese depósito sigue aumentando. Así lo pudimos comprobar pero todos rehúyen hablar, hasta Toñito, el ministro de Energía y Minas, el que se ufanaba de que tenía un plan para gestionar la central termoeléctrica de Punta Catalina. Obviamente, una cosa es con guitarra y otra con violines, ya que Toñito Almonte, como ministro ha fracasado frente a las promesas de resolver el problema de los desechos tóxicos que genera la central termoeléctrica.
De hecho, no podemos olvidar la pasión con la que el pasado Senador defendía la construcción de las plantas a carbón. Cuan diligente se mostraba para convencer que esas plantas no afectarían a la población que él representaba. Y ahora estamos pagando las consecuencias. Las montañas de cenizas están afectando las zonas aledañas.
Por esa razón, los residentes en áreas cercanas demandaron de las autoridades actuales, los que tienen control de las plantas a carbón, que le hagan frente a la situación, tomando cartas en el asunto, ya que aún estamos a tiempo de evitar un brote de enfermedades por descuido de las autoridades. Recordamos que un estudio de la universidad de Duke confirmó que las cenizas que genera Punta Catalina son tóxicas y están por encima de todos los umbrales establecidos por la Agencia de Medio Ambiente de los Estados Unidos y por la Organización Mundial de la Salud OMS. Entonces, si los científicos hablaron con base, por qué el Estado dominicano le está dando de lado a enfrentar un problema que atenta contra la vida? Eso lo debe responder el ministro de Energía y Minas.