Cuando los ciudadanos advierten las debilidades de las autoridades para hacer cumplir las leyes y resoluciones municipales, lo común es que muchos se suban al tren de los violadores e irresponsables que alteran la paz social.
Así podemos observar que en una mañana de un día cualquiera un buhonero monta su negocio sobre la acera, y pasan los meses y en poco tiempo decenas de humildes padres de familia se habrán colocado a vender productos y mercancías hasta convertir la cuadra en un mercado.
Eso es lo que está pasando en los alrededores del mercado público, donde los comerciantes organizados se quejan de quienes se están apoderando de las aceras limitando el desplazamiento de clientes que por tradición van a abastecerse al mercado. Sin embargo, más allá de la denuncia, lo que estamos observando en muchas de nuestras calles es alarmante. Vemos a comerciantes exhibiendo mercancías frente a sus negocios, otros venden frutas, frituras y hasta neumáticos en plena vía. Una menuda forma de trastornar la vida de personas envejecientes que corren peligro de muerte al tener que bajarse de las aceras por culpa de personas irreflexivas, que no piensan en los graves daños que ocasionan.
Claro está, falta educación ciudadana, faltan autoridades responsables, falta una campaña mediática de promoción de valores cívicos, pero sobre todo, nos falta conciencia social para amar la ciudad. Y es que son pocos los que aman la ciudad, los que desean verla limpia, con sus calles bien cuidadas y aceras que sirvan de manera exclusiva para el desplazamiento de peatones. Y si a eso agregamos actuar para adecentar el parque central, hoy convertido en un arrabal justo al lado de la catedral, entonces podemos asegurar que Baní va a cambiar.
Evitemos que dueños de vehículos tomen las aceras para parqueos, evitemos que muchos comerciantes se cojan el patrimonio nuestro. Las aceras pertenecen al pueblo y deben ser cuidadas por el ayuntamiento. Eso deben saberlo las autoridades competentes.