El pasado martes, en horas de la madrugada, se apagó la estrella que por más de cinco décadas iluminó el espacio peraviano con fulgores resplandecientes. Se nos fue físicamente el destacado dirigente cafetalero, don Milcíades Pimentel, un verdadero y auténtico defensor de los deprimidos productores de café que sudan, sueñan y cantan desde las montañas. Don Milciades, emprendió el viaje hacia la eternidad dejando su impronta de trabajo, y su trayectoria marcada con la tinta indeleble del servicio. Fue así como subió hasta las inhóspitas montañas, de la mano del Padre Juan Roberto Smith, esparciendo la semilla de la organización comunitaria como base primaria para la consecución de más y mejores oportunidades para las humildes familias dedicadas a la siembra y cultivo del aromático grano. Jamás olvidaremos sus desvelos por los olvidados de las montañas. Fue así como crearon la Asociación de Comunidades Organizadas de la Zona Norte de la Provincia Peravia, entidad que más tarde todos llegamos a conocer como el Núcleo Cafetalero, institución sin fines lucrativos que se constituyó en fuente de inspiración para organizar a los campesinos, impulsar sus luchas y canalizar proyectos de desarrollo que todavía perduran como evidencia del trabajo de una época de ensueño. Allí, cuál gladiador inmenso, se fue templando el espíritu solidario de don Milciades Pimentel, quien se convirtió en un referente para los productores de café de las montañas de Baní, Ocoa, Azua y Barahona. Fue presidente de la Federación de Cafetaleros de la Región Sur (Fedecares), y con su orientación, varios gobiernos escucharon los planteamientos del liderazgo comunitario.
Ahora que don Milciades emprendió el tránsito inexorable hacia su morada eterna, justo es recordarle en sus luchas y afanes de progreso, soñando siempre con una zona cafetalera fuerte, productiva, con buenas vías de acceso y mejores atenciones de los gobiernos. De ahí que el mejor tributo a su memoria, es y debe ser, luchar por la defensa de los campesinos que se resisten a abandonar sus predios, caminar con ellos exigiendo apertura de caminos, gestionando servicios y recursos para plantar y cuidar sus parcelas. Es decir, honremos a don Milciades Pimentel siguiendo su ejemplo, actuando en favor de los productores de café.
Hoy sentimos que se nos fue una estrella, pero aquí nos dejó sus huellas, las que debemos transitar hasta llegar a la meta.
La Fundación Monte Bonito, y toda la familia cafetalera, jamás olvidará al cultivador de esperanza que hoy avanza hacia la eternidad.