Llegó para quedarse. Está entre nosotros y ataca en lugares insospechados. No clasifica ni discrimina a la hora de lanzarse sobre sus víctimas. Es un engendro de la naturaleza que se reproduce con frecuencia en cualquier espacio. No importa que se trate de un barrio, residencial o sector rural. Basta con que se den las condiciones adecuadas para que se multipliquen hasta horrorizar a los ciudadanos. Se trata del mosquito del dengue, el que va causando víctimas mortales en todo el territorio nacional.
Baní ha sufrido sus consecuencias y continúa perdiendo vidas útiles por culpa de un peligroso asesino -que por desgracia- se desplaza por nuestras casas. Es así como llevamos años promoviendo que debemos eliminar los criaderos de sus larvas reproductoras, sacando de las viviendas los envases de aguas que permanecen abiertos, así como también sacando los corotos y cacharros de los patios, al tiempo de utilizar cloro para limpiar los tanques y cisternas donde se almacena agua potable. La lucha de las autoridades de Salud Pública ha sido constante, promoviendo por todos los medios las creativas campañas de orientación a la población, pero pasan los años y las estadísticas indican que el dengue sigue cobrando víctimas. Hace unos días que en este municipio perdimos a un adolescente de apenas 15 años, otros han escapado de sus tentáculos de milagros y el mosquito sigue asechando, buscando a quien atacar. De ahí que no podemos desmayar. Debemos continuar limpiando, saneando y quitando todo lo que permita la reproducción del mosquito. Y más aún, cuando reconocemos que el dengue es una enfermedad endémica del trópico, donde se dan las condiciones para su propagación. Entonces, no hay otra opción que seguir las orientaciones pertinentes para su eliminación. No podemos desenfocaron cuando el mayor enemigo permanece atacando. Vamos a enfrentarlo con las juntas de vecinos, entidades gubernamentales, centros educativos y por todos los medios posibles, porque al dengue hay que derrotarlo.