Arribamos a dos años de gobierno del presidente Luis Abinader al frente de la nación. Estamos en la mitad de su gestión y podemos pasar balance a las múltiples acciones emprendidas a partir de su llegada al poder, sin obviar las circunstancias en las que ha tenido que gobernar el país, atrapado en la cresta de la pandemia del COVID-19, en las crecientes demandas de justicia contra quienes se han enriquecido de manera ilícita con los fondos públicos, y para colmo, cuando comenzábamos a salir de la pandemia, se enciende la crisis geopolítica entre Ucrania y Rusia, sumando los escarceos militares de la República China en el litoral de la isla de Taiwán, para aportar mayores niveles de incertidumbre en el panorama mundial. Así ha navegado el presidente Abinader, en las aguas profundas de las dificultades económicas, lidiando con los vaticinios de desabastecimiento de alimentos como viene ocurriendo en varios países del continente.
De ahí el excelente desempeño del gobierno para mitigar los efectos, facilitando préstamos a tasa cero para productores agrícolas, así como también, abriendo las puertas de las oportunidades a las micro, pequeñas y medianas empresas, con la intención expresa de dinamizar la economía como garantía de permanencia de la estabilidad política y social del Estado dominicano. Así llegamos a dos años de gestión, con luces y sombras, con subidas y bajadas, pero con la esperanza de salir adelante.
Justo es reconocer la actitud del presidente, matizada por el respeto a los demás poderes del Estado, dando la cara ante las adversidades, dispuesto a escuchar a los líderes opositores, a los empresarios, comunitarios y ciudadanos de abajo. Un presidente humano que habla con franqueza frente a la prensa, que responde y se interesa por conocer las necesidades de la población y busca alternativas de soluciones.
Es entendible que todo no es color de rosas, que hay aspectos perturbadores que preocupan a muchos dominicanos, entre ellos, la falta de aplicación de una correcta política migratoria, la poca atención de los organismos internacionales a la crisis haitiana y la emigración acelerada que se proyecta como una amenaza de impredecibles consecuencias para la República Dominicana. Y como aguijón ponzoñoso está el disgusto de cientos de dirigentes del partido que a dos años de gobierno no han sido tomados en cuenta, entre ellos, quienes se presentaron como delegados ante las mesas electorales, dirigentes de zona y militantes de la base del PRM que hoy caminan cabizbajos, llenos de vergüenza porque no han sido tomados en cuenta.
Sin embargo, fuera de lo antes expuesto, tenemos un presidente con una alta valoración, muy por encima de su partido, tal y como lo indican los últimos sondeos realizados. De ahí que, en pocos días se estarán escuchando las famosas consignas. Las que durante décadas fueron entonadas por las bases reformistas. Y es que a dos años de ejercicio gubernamental aunque se esté arriba, comienza la cuenta regresiva.