No alcanzamos a comprender las razones y el porqué del abandono progresivo al que ha sido sometido nuestro parque industrial. En principio llegamos a pensar en el colapso de un modelo fabril que llegó a generar miles de empleos hasta mediados de la década de los años noventa.
Sin embargo, en otras regiones del país continuaron operando sin ningún obstáculo, mientras que la nuestra, la ubicada en el municipio de Matanzas, languidece y agoniza frente a la desgracia de ver que todos los gobiernos sólo prometen evitar su muerte, pero nada hacen. Mientras tanto, los banilejos seguimos esperando la inversión prometida para la reapertura definitiva.
Y es que la Zona Franca Industrial Banileja está a punto de colapsar acumulando promesas y sólo promesas. Recordamos que en veinte años de gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana lo único que logramos fue que el parque industrial fuera hipotecado hasta perderse en manos de un banco.
Desde ese momento venimos escuchando el clamor de un pueblo que no ha perdido la fe, y hoy cifra sus esperanzas en el gobierno del Partido Revolucionario Moderno, cuyo presidente retomó el tema de la apertura de la zona franca, hablando de nuevas inversiones para crear nuevas oportunidades de empleos para cientos de ciudadanos.
La promesa fue reiterada en el Consejo de Ministros celebrado aquí en el polideportivo, y aplaudimos al escuchar al director ejecutivo del Consejo Nacional de Zonas Francas de Exportación, Daniel Liranzo, quien señaló que para reactivar nuestra zona franca sólo se requieren 100 millones de pesos. Una suma casi insignificante para un gobierno que tiene la responsabilidad de crear las condiciones adecuadas para atraer las inversiones hacia la República Dominicana. Obviamente, el presidente Luís Abinader, aprobó permisos para la instalación de 28 nuevas empresas de zonas francas y la construcción de cinco nuevos parques industriales, desde enero hasta septiembre de este año. Pero con todo esto, la zona franca banileja continúa abandonada, cayéndose a pedazos con sus naves deterioradas.
Sin dudas, llegar a la zona franca es chocar de frente con una realidad deprimente y a la vez repudiable en momentos en que la juventud requiere oportunidades para insertarse en labores productivas. De ahí el lamento de todo un pueblo que observa cómo los proyectos se han quedado dormidos, mientras la frustración vuelve a apoderarse de quienes creyeron en las promesas y en los fabulosos planes del gobierno, porque al parecer sólo se trató de un sueño.
Hasta ahora, Pro-industria, no ha podido rescatar el parque industrial de la zona franca y de nuevo surge la desesperanza como antesala para preguntarnos… ¿por qué el gobierno invierte en cinco nuevos parques de zona franca mientras la nuestra, la de la provincia Peravia, continúa esperando los cien millones que hacen falta para reactivarla? Ojalá que las autoridades competentes puedan respondernos…