Ahora que el presidente Luís Abinader acaba de declarar como zonas de desastre las provincias La Altagracia, El Seibo y Hato Mayor, asumiendo mediante decreto el estado de emergencia para las compras y contrataciones de bienes y servicios como respuesta a las necesidades de las ocho provincias afectadas por el huracán Fiona, es oportuno reflexionar en las constantes amenazas que acechan a la República Dominicana, al encontrarse en la ruta de los huracanes. Entendiendo esa realidad, es pertinente tomar en cuenta que cada año vivimos bajo el tormento de una temporada ciclónica cada vez más intensa, producto del cambio climático y de los efectos directos que se desprenden de fenómenos como El Niño y La Niña. Desde esa perspectiva los países del Caribe deben prepararse, articular estrategias y planificar acciones de contingencia para responder a las emergencias que sobrevengan a raíz del paso de un fenómeno atmosférico. En el caso nuestro, es insólito que el gobierno persista en la propuesta que busca reducir del presupuesto más de 303 millones de pesos para obras por desastres naturales. Si bien es cierto, que el país tenía dieciocho años sin ser tocado directamente por un huracán, pero igual debemos recordar que contamos con múltiples comunidades propensas a desastres naturales por lo que demandan reducir las vulnerabilidades, y para ello es preciso invertir en la construcción de infraestructuras adecuadas.
Es improcedente que desde el gobierno se estén planteando reducir las partidas consignadas al Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, llegando al colmo de proponer disminuirle más de 3 mil millones de pesos. Por supuesto, la propuesta llegó semanas antes del paso de Fiona por el país. Es decir, las reducciones de las asignaciones presupuestarias llegaron a la Cámara de Diputados y fueron aprobadas el 13 de septiembre. Por suerte, de ahí pasó al Senado de la República donde deberá ser remitida a comisión para fines de estudio. Además, entre las propuestas figuran 153 millones de pesos que estaban previstos para la construcción de caminos vecinales y puentes. De ahí que lo prudente, lógico y consecuente es dejar sin efectos estas propuestas por la situación de emergencia en que nos encontramos. Reconocemos que estamos ante un presidente de vocación de servicio que viene mostrando un rostro humano, dando el frente desde el primer momento en que fue anunciado el fenómeno atmosférico. Y ahora que ha declarado estado de emergencia es de suponer que dé marcha atrás a la propuesta de reducir el presupuesto para atender los desastres naturales.
Eso es lo que todos esperamos.