Todos lo conocemos. Nunca se ha ocultado. Por el contrario, se presenta en todos los espacios, con diversos trajes, colores y dimensiones. Se trata del plástico, un material al parecer inofensivo que se ha convertido en casi imprescindible. Desde que nos levantamos lo tocamos. Es un mutante que cambia constantemente. Lo vemos en el cepillo de dientes, vasos, peines, botellas y envases para el consumo de alimentos. El plástico, siendo objetivos, con un manejo adecuado no alcanzaría a ser calificado como enemigo del medio ambiente. La realidad es que día a día hemos ido acumulando toneladas de un material resistente que va causando daños permanentes a todas las especies. La lucha contra el plástico no está dirigida a la industria, sino a crear conciencia en la población del planeta, ya que los desechos vertidos van a parar a los cauces de los ríos, y posteriormente llegan al mar, donde según los científicos, se han formado Islas de plásticos flotando en los océanos, algunas tan grandes como la superficie de Groenlandia. Obviamente, la preocupación nos asalta cuando vemos lo que ocurre en la mayoría de nuestras ciudades, donde los establecimientos comerciales, sin importar la naturaleza, utilizan fundas, vasos y otros objetos que luego son arrojados en cañadas que son utilizadas como vertederos. En Baní el tema no es nuevo, llevamos décadas mirando con indiferencia cómo los desechos plásticos son lanzados al canal Marcos A. Cabral y ni hablar del canal Juan Caballero, ambos arrastran diariamente toneladas de desechos, donde predomina el plástico. Mientras esto ocurre, con la secuela de daños causados al medio ambiente, con los nocivos efectos contaminantes y lo que significa invertir para sanear los referidos espacios, también agregamos los daños a las especies, incluyendo la población del planeta, porque las partículas que flotan por el aire en forma de residuos, son altamente tóxicas y liberan sustancias peligrosas. De ahí el llamado urgente a las autoridades, para que asuman en serio un programa de reciclaje, que inicie orientando a los ciudadanos para que asuman convertirse en guardianes protectores del medio ambiente. Posteriormente, con el apoyo e integración de las juntas de vecinos, cuadra por cuadra, barrio por barrio, sectores y residenciales, proceder a clasificar los desechos, motivando a sacar provecho de los desperdicios que comúnmente arrojamos a la basura. Sabemos que la tarea es dura, que es un esfuerzo de muchos, pero otras ciudades decidieron poner en marcha el programa de reciclaje y hoy cuentan la experiencia de los frutos que han logrado. Esas son las ciudades que sirven de modelo para el correcto manejo de los desechos. Apostemos a un Baní libre de desechos lesivos al medio ambiente. Es deprimente pasar por la avenida Fabio Herrera y ver cómo las aguas del canal Marcos A. Cabral están atestadas de plásticos, en su mayoría, vasos y platos utilizados para comidas y bebidas. Si sabemos que estos contaminan, si orientamos para crear conciencia y damos las alternativas correctas, entonces, quienes persistan en arrojar desperdicios, deben ser sancionados con el rigor que se merecen.
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𝐏𝐞𝐫𝐚𝐯𝐢𝐚, 𝐑.𝐃.- 𝐂𝐮𝐥𝐦𝐢𝐧𝐨́ 𝐚𝐲𝐞𝐫 𝐝𝐨𝐦𝐢𝐧𝐠𝐨 𝐥𝐚 𝟐𝐝𝐚 𝐂𝐨𝐩𝐚 𝐝𝐞 𝐁𝐚𝐥𝐨𝐧𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐖𝐢𝐥𝐥𝐚𝐫𝐢 𝐆𝐮𝐞𝐫𝐫𝐞𝐫𝐨 𝟐𝟎𝟐𝟓, 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐢𝐜𝐢𝐩𝐢𝐨 𝐍𝐢𝐳𝐚𝐨, 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐜𝐢𝐩𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐞𝐪𝐮𝐢𝐩𝐨𝐬 𝐫𝐞𝐩𝐫𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐚𝐭𝐢𝐯𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐳𝐮𝐚,