Hoy los dominicanos celebramos la epopeya heroica más gloriosa de exaltación a la patria. La gesta patriótica del 16 de agosto, conocida como la Guerra Restauradora, emprendida luego del Grito de Capotillo, de 1863. Un acontecimiento que debe ser valorado por las presentes y futuras generaciones, porque estableció para siempre la decisión de un pueblo de ofrendar su sangre en aras de la soberanía de la patria.
Recordamos que la anexión de la República a España se produjo en el año 1861 por el gobierno de Pedro Santana, cabeza de la élite política dominante, la cual no creía ni confiaba en la viabilidad de un proyecto de nación independiente. Fue así cuando un grupo de patriotas, cobijados bajo el liderazgo de Santiago Rodríguez, José Antonio Salcedo, Gaspar Polanco, José Cabrera, Ulises Francisco Espaillat, Francisco del Rosario Sánchez y Gregorio Luperón, entre otras figuras relevantes, se encargaron de involucrar a los sectores populares, despertando la conciencia nacional. Así se levantó el pueblo, asumiendo con valentía el camino del sacrificio antes que vivir de rodillas.
Cabe resaltar las pésimas condiciones económicas del momento, así como el sentimiento nacional y la voluntad independentista de la mayoría de los ciudadanos. Esos fueron el fundamento de la protesta que impulsó la lucha para restaurar la República. Y para consumar esa noble aspiración, había que expulsar al ejército colonial español, tal y como ocurrió.
Fue así como un ejército constituido por campesinos combatientes, mal armados y peor vestidos, supo levantarse y sobreponerse a las dificultades que imponía la falta de experiencia frente a un ejército profesional, dotado de armamentos y disciplina militar. Un ejército superior que mordió el polvo de la derrota para gloria y honra del valiente pueblo dominicano.
Hoy, cuando celebramos el Día de la Restauración, es preciso actuar desde las diversas esferas del Estado para elevar los valores y símbolos patrios, llevando al currículum educativo las cátedras de moral y cívica, guiando y conduciendo a las presentes y futuras generaciones por los caminos del amor a la patria, respetando y valorando el esfuerzo de quienes lo dieron todo para legarnos una República Dominicana libre y soberana.