Todos los diagnósticos alertan sobre el difícil estado en que se encuentra, con múltiples dolencias, carencias de recursos y, para colmo, a pesar de sus grandes aportes a la familia, hoy está abandonado, en un espantoso proceso de hacinamiento.
Desde hace años padece los efectos de la contaminación, de las actividades ilícitas y de la falta de atención de las autoridades que deben garantizarle protección. Y ahí está, recostado en un lecho cada vez más degradado, muriendo frente a nosotros, en medio de los que ayer celebraban con él los más hermosos encuentros. Y podemos verlo retorciéndose de dolor sin merecer la más mínima señal de compasión por parte de las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Se trata del río Baní, el que está siendo asesinado de manera progresiva por individuos que destruyen su cauce sacando arena de forma indiscriminada y arrojando escombros que amenazan con destruir la escasa vegetación que le acompaña. El río Baní, el río que lleva el nombre de nuestro pueblo, muere por la indiferencia de quienes pueden evitar su deceso. Ahora que vemos una luz de esperanza, que se han realizado varios operativos con la participación del Servicio Nacional de Protección Ambiental, creemos que es el momento para levantar al pueblo en defensa de la vida de un amigo cuya muerte debemos evitar.
Es tiempo de demostrar que el río Baní no está sólo, que tiene dolientes y que juntos lo vamos a defender, cueste lo que nos cueste.
A un mes de la tragedia del Jet Set, el dolor sigue intacto
𝐏𝐞𝐫𝐚𝐯𝐢𝐚, 𝐑.𝐃. 𝐇𝐨𝐲 𝐬𝐞 𝐜𝐮𝐦𝐩𝐥𝐞 𝐮𝐧 𝐦𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐠𝐞𝐝𝐢𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐦𝐞𝐜𝐢𝐨́ 𝐚𝐥 𝐩𝐚𝐢́𝐬 𝐞𝐧𝐭𝐞𝐫𝐨: 𝐞𝐥 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐥𝐨𝐦𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝐭𝐞𝐜𝐡𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐝𝐢𝐬𝐜𝐨𝐭𝐞𝐜𝐚 𝐉𝐞𝐭 𝐒𝐞𝐭, 𝐪𝐮𝐞