Nos duele, conmueve y preocupa la depredación que se registra en nuestras dunas, una reserva científica natural que debemos preservar.
Las dunas son patrimonio del país, un espacio ideal para proyectar a Baní como atractivo turístico, que abre las puertas a miles de personas que son atraídas a disfrutar de la biodiversidad de su flora y fauna, abundante en especies endémicas. Ante la explotación denunciada por los comunitarios de Las Calderas, y que cobra relevancia con los pronunciamientos del obispo Víctor Masalles, es el momento de parar de una vez y para siempre la destrucción de las Dunas. Y es que ante las narices de las autoridades, de los miembros de la Armada Dominicana, apostada en la base naval de Las Calderas, y frente al pueblo banilejo, individuos sin escrúpulos se han tratado de apoderar de los terrenos ubicados en el área. Desde hace años venimos escuchando las denuncias que delatan el saqueo de arena y la tala de árboles, con la protección de las autoridades apostadas en la zona. Un daño irreparable a una reserva científica que atrae a miles de turistas y estudiantes.
Ahora que tronó el obispo, y que han quedado al desnudo los depredadores, sentimos la acción del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, anunciando a través de la prensa que van a intervenir para proteger las Dunas. Entre tanto, lo que el pueblo está preguntando es dónde han estado las autoridades, y por qué no habían actuado antes? Es difícil entender cómo se destruye un patrimonio natural en el entorno de una base naval atestada de militares. Sin embargo, ahora que escuchamos la voz del obispo, que sale a la luz una denuncia avalada en imágenes que han dado la vuelta al mundo a través de los medios de comunicación, esperamos que de una vez y por todas se detenga la destrucción y se protejan las Dunas de Las Calderas, las Dunas de Baní, las Dunas del país.