Es el clamor de la sociedad, de los que se levantan sin rumbo, de los que malviven marginados de las políticas del Estado, de los que miran desalentados el presente y ven alejarse las oportunidades de progreso. Es la búsqueda incesante de un pueblo atado a la suerte, sin brújula que apunte al norte de las soluciones, y carente de liderazgo.
Justo lo que todos buscamos, lo que nadie encuentra en momentos en que crecen las necesidades elementales. Y en eso andamos, buscando líderes comunitarios, líderes religiosos, líderes sindicales, líderes de los barrios y de las comunidades. Líderes en condiciones de defender al pueblo, líderes incorruptibles, de ideales sanos, de principios, con visión de futuro, con sentido humano y, sobre todo, dispuestos a luchar sin que medien los intereses individuales.
Se buscan por todas partes, en las ciudades y en los campos. Son los imprescindibles, los forjadores de cambios, los promotores del desarrollo, los que van desapareciendo del escenario en la medida en que se reproducen los políticos mercenarios, y depredadores del erario.
El pueblo continúa su búsqueda incansable, entendiendo que vamos retrocediendo, que hay que hacer un alto para identificar el nuevo liderazgo. Es la tarea de hoy, la misión que nos convoca en una provincia atestada de problemas que nadie se preocupa por resolver. Nos estamos acomodando a convivir en medio de las dificultades, viendo con impotencia cómo nos marginan del presupuesto General de la Nación, cómo postergan y rebotan la construcción de la avenida de circunvalación y un montón de obras que pide a gritos la población. Sin embargo, la obra del presente, es identificar a los buenos dirigentes, a los que no se rindan, a los que marchen al frente, comprometidos sólo con la búsqueda del bienestar colectivo. Vamos por ellos, porque aún quedan entre nosotros.