Más allá de la ola de violencia que se ha desatado en los últimos días, dejando unas siete víctimas mortales que enlutan a la familia dominicana, nos sorprenden las palabras del ministro de Economía, Pavel Isa, quien acusa de racista a la sociedad dominicana.
La ofensiva del alto funcionario se produjo contra el movimiento patriótico que convocó recientemente a una marcha para reclamar ante la Comunidad Internacional, que vaya en auxilio del pueblo haitiano antes de que la crisis desencadene un colapso total que conlleve a una estampida de inmigrantes ilegales hacia la República Dominicana.
Luego de la marcha, como si tal cosa, el ministro lanza su acusación, entendiendo que nuestra población es racista y anti haitiana, y por esas razones discrimina a los nacionales del país vecino por ser negros y pobres.
Nada más alejado de la realidad. Pareciera que Pavel Isa desconociera la naturaleza del pueblo dominicano, el cual se ha destacado por ser generoso y solidario con Haití. Siempre, en los momentos más apremiantes, los dominicanos hemos respondido como Dios manda, disponiendo de todas las acciones encaminadas a favorecer a los más necesitados.
De ahí el rechazo generalizado a los desafortunados pronunciamientos de un ministro que se ha despachado con el mismo discurso vertidos en los foros internacionales por los enemigos de la patria. Para colmo, cuando el periodista Adolfo Salomón, le preguntó si su posición era personal o de carácter oficial, en su calidad de ministro, Pavel Isa, respondió afirmativamente.
De esa manera, pareciera que el ministro de economía asumió el rol de vocero del gobierno en materia de migración, en franca contradicción con la política trazada por el presidente de la República, Luis Abinader, quien hasta la fecha ha sido coherente, disponiendo la construcción de un muro fronterizo para defender nuestro territorio.
Es desde esa realidad que entendemos pertinente que sea el presidente quien desautorice públicamente al señor Pavel Isa para tratar temas migratorios, y menos que en su condición de ministro acuse de racismo a los ciudadanos de su propio pueblo, sirviendo de vocero a los tradicionales enemigos del pueblo dominicano. Esperamos una respuesta del señor presidente, porque el silencio sería la más elocuente expresión de anuencia ante un desacierto. Por el momento, sólo tenemos que agregar, que con sus infundadas acusaciones, el ministro de economía de la República Dominicana asume la posición sustentada por la diplomacia haitiana en los organismos internacionales. A todo esto nos preguntamos: ¿De qué lado está el ministro?