La visión moderna de la descentralización del estado no es nueva en la sociedad dominicana. Ya el fundador de la República, Juan Pablo Duarte concebía el municipio como la instancia fundamental para trazar las políticas de desarrollo, entendiendo que toda agenda de gobierno debía ser implementada a partir de la realidad geográfica de los pueblos, priorizando en sus necesidades, respetando la cultura y las tradiciones de sus munícipes como elementos de cohesión social para motorizar el progreso.
Esto, sin dudas, es lo ideal para producir una verdadera revolución social en países en vías de desarrollo. Sin embargo, en la región latinoamericana no ha contado con políticos visionarios comprometidos con transformar las condiciones de vida de los ciudadanos asumiendo reorientar la estructura del Estado. Los ejemplos de países que superaron sus limitaciones económicas para levantarse como modelos de gestión económica, entendieron los alcances de la descentralización, como ayer lo concibió Juan Pablo Duarte.
Con justa razón, los dominicanos aplaudimos la entrada en vigencia de la ley que disponía el 10 por ciento para los ayuntamientos, ya que desde esas instancias se conocen más a fondo los problemas y necesidades de la población. La ley en cuestión fue aprobada sin un compromiso de cumplimiento, sin un mecanismo de aplicación sujeto a sancionar su violación. De ahí que ningún gobierno haya erogado el 10 por ciento, ni se proyecta en el horizonte político ningún interés de materializar ese cumplimiento de la ley. Y así estamos con municipios cuya población ha crecido, y crecen las demandas de servicios, crecen las necesidades y todo se multiplica, mientras bajan las recaudaciones.
Baní no es la excepción, porque mientras crece la población, el ayuntamiento pierde la capacidad de respuesta. Cuando una nación es conducida sin un criterio de descentralización, se condenan a los municipios a convivir en medio de la marginación, dependiendo de las medidas impuestas desde arriba, sin el debido respeto a los munícipes. Si los países que hoy exhiben su desarrollo tomaron ayer esa medida, por qué para nosotros resulta cuesta arriba.