Los episodios noticiosos que ocurren aquí parecen sacados de una película de ciencia ficción. Y es que hasta ayer creíamos que en la cárcel de Baní existía seguridad para controlar lo que entra o sale del penal, sin dejar de reconocer las menudas y grandes cosas que afloran en las requisas que de vez en cuando son realizadas.
Pero ¿cómo puede penetrar un arma de cualquier tipo en un recinto carcelario que no sea con la complicidad de los mismos que están encargados de la seguridad de esos reos? ¿Cómo es que estos hechos se repiten con tanta frecuencia?
Armas blancas y de fuego, celulares, drogas, alcohol, mujeres, de todo se ve en esta cárcel, pero el jefe o los jefes del recinto no lo saben. Ahora que explotó la realidad en la cara de los culpables, ahora que murió el preboste o matatán de la cárcel local, ahora si acaban de nombrar una comisión para investigar, pero ya hay un muerto y varios heridos que contar.
Estamos seguros que la Comisión resuelve, y para colmo, entre los miembros de la susodicha comisión está el responsable de que los privados de libertad estén seguros. Pero de lo que también estamos seguros es que en pocos días nadie recordará el motín que desencadenó la tragedia y todo seguirá igual en la cárcel local: los miembros de la comisión a bailar el mismo son, los reclusos a sobrevivir en medio del hacinamiento y el abandono, mientras que las autoridades seguirán en sus actividades habituales, sin mirar ni preocuparse por las cosas insólitas que ocurren en la cárcel de Baní, la que está en el mismo lugar donde opera la Comandancia sur central de la Policía Nacional.