Los acusamos, señalamos y apuntamos con el dedo acusador, puesto que son ellos los verdaderos responsables de muchas muertes ocurridas a partir de la actitud negligente que muestran frente a quienes violan y se burlan de la Ley de Tránsito. Son las llamadas autoridades, las culpables del caos y el desorden que observamos a diario por las calles, ya que se hacen de la vista gorda frente a situaciones que se tornan irritantes.
Al paso que vamos nadie se detendrá frente a un semáforo porque en la actualidad vemos cómo cruzan en rojo los desesperados conductores. Y ni hablar de motoristas que se desplazan en la peor de las condiciones, sin el casco protector, en ruidosas motocicletas, y violando todas las señales de tránsito. Pero lo peor ocurre por las noches, donde el 60 por ciento se desplaza sin luces traseras ni delanteras, guiando en una rueda, poniendo en riesgo sus vidas y la de aquel que se cruce en su camino. Son esos los que organizan competencias donde se hacen grandes apuestas de dinero.
Pero a todo esto ¿Dónde están las autoridades? Las que están para organizar el tránsito en la ciudad, las que miran de reojo el manejo lento y premeditado de los choferes de Asomiba pasando frente al parque a pasos de tortuga, las que ven mal parqueado a decenas de vehículos y todo pasa sin resultados.
Por culpa de las actitudes irresponsables de parte y parte, las violaciones se aceptan como normales y hasta se habla de la adopción de patrones de comportamientos carentes de respeto. Y mientras ocurre esto, escuchamos hablar de modernizar, del Intrant y de las multas que se conciben como encargos para recaudar millones de pesos a favor del estado. Y así andamos atestados de chatarras, con las esquinas y plazas comerciales llenas de motoconchistas que salen a buscársela y de agentes que ignoran cuáles son sus responsabilidades.
Abogamos porque las autoridades cumplan con su rol y porque los ciudadanos se conduzcan en el marco de la prudencia y el respeto