Por más de una década la diáspora banileja ha venido celebrando con notable éxito su tradicional convite en los Estados Unidos, convirtiéndose en un punto de referencia a nivel internacional por la dimensión de un evento que se realiza para resaltar los valores culturales de un pequeño pueblo del sur de la República Dominicana, cuyos pobladores son reconocidos por su impronta de honestidad y espíritu de familia. Con atinado acierto, los miembros del comité organizador convocan a las autoridades, tanto del estado como de la ciudad de Boston, para que formen parte de la fiesta de la cultura popular banileja. Han sido muchos los reconocimientos y elogios recibidos por el orden exhibido. Y aunque en tiempos de campañas electorales se toma el escenario para arengas de candidatos locales, esto no había sido rechazado por la multitud que se concentra. Sin embargo, lo que ocurrió el pasado domingo, cuando las autoridades locales fueron abucheadas por el público, es algo que deja mucho que desear en un convite donde todos somos llamados a participar. Que la gobernadora, el alcalde de Baní y el senador de la provincia fueran vejados en el marco de la fiesta internacional más relevante de nuestro pueblo, lleva a pensar en un cambio necesario que debemos dar en el enfoque que nos anima a juntarnos como familia.
Pero a la vez envía un mensaje a los políticos para que no busquen aprovechar los espacios reservados a proyectar la cultura y sanos valores del pueblo banilejo, porque la diáspora advierte que un puñado de políticos sólo asisten al convite para pescar simpatías que se traducen en votos, y ese no es el propósito que se busca con un encuentro que reúne a la familia banileja en playas extranjeras.