Todos los diagnósticos alertan sobre el difícil estado en que se encuentra, con múltiples dolencias, carencias de recursos y, para colmo, a pesar de sus grandes aportes a la familia, hoy está abandonado, en un espantoso proceso de hacinamiento.
Desde hace años padece los efectos de la contaminación, de las actividades ilícitas y de la falta de atención de las autoridades que deben garantizarle protección. Y ahí está, recostado en un lecho cada vez más degradado, muriendo frente a nosotros, en medio de los que ayer celebraban con él los más hermosos encuentros. Y podemos verlo retorciéndose de dolor sin merecer la más mínima señal de compasión por parte de las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Se trata del río Baní, el que está siendo asesinado de manera progresiva por individuos que destruyen su cauce sacando arena de forma indiscriminada y arrojando escombros que amenazan con destruir la escasa vegetación que le acompaña. El río Baní, el río que lleva el nombre de nuestro pueblo, muere por la indiferencia de quienes pueden evitar su deceso. Ahora que vemos una luz de esperanza, que se han realizado varios operativos con la participación del Servicio Nacional de Protección Ambiental, creemos que es el momento para levantar al pueblo en defensa de la vida de un amigo cuya muerte debemos evitar.
Es tiempo de demostrar que el río Baní no está sólo, que tiene dolientes y que juntos lo vamos a defender, cueste lo que nos cueste.
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𝐏𝐞𝐫𝐚𝐯𝐢𝐚, 𝐑.𝐃. 𝐄𝐥 𝐌𝐢𝐧𝐢𝐬𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐈𝐧𝐝𝐮𝐬𝐭𝐫𝐢𝐚, 𝐂𝐨𝐦𝐞𝐫𝐜𝐢𝐨 𝐲 𝐌𝐢𝐩𝐲𝐦𝐞𝐬 (𝐌𝐈𝐂𝐌) 𝐢𝐧𝐟𝐨𝐫𝐦𝐨́ 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐮𝐧 𝐚𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐯𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐛𝐮𝐬𝐭𝐢𝐛𝐥𝐞𝐬, 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐩𝐫𝐨𝐝𝐮𝐜𝐞 𝐞𝐧