El Partido de la Liberación Dominicana, fundado el 15 de diciembre de 1973, surgió de una división del Partido Revolucionario Dominicano, a raíz del abandono de su fundador y máximo dirigente, profesor Juan Bosch, junto a un grupo de antiguos miembros del partido, que desde la fundación del PRD en 1939 se habían convertido en parte fundamental del liderazgo político del partido blanco. Así comenzó el peregrinar de una organización política que, a punto de cumplir sus 46 años de vida institucional, acaba de sufrir el zarpazo de la división que podría ocasionar su derrota en el próximo torneo electoral. Y como paradoja del destino, el líder y presidente del partido de la estrella amarilla, Dr. Leonel Fernández acaba de emprender el tránsito hacia la conformación de un nuevo partido que habrá de competir en las elecciones del próximo año.
Sin embargo, aunque las causas de la división son distintas a las que propiciaron la salida de Juan Bosch del PRD, para muchos analistas, el fantasma de la división forma parte del ciclo de vida política que asoma cada treinta años en el escenario nacional desde la fundación de la República hasta nuestros días. Ayer, ante una audiencia cautiva, el Dr. Leonel Fernández pronunció el panegírico crítico – que de forma inusual – se adelantó al deceso para anunciar el inminente desenlace.
Ahora corresponde evaluar el panorama político electoral, sin prejuicios ni pasiones, entendiendo que en el terreno de la política todo es posible, frente a la meta de alcanzar el poder. Así escuchamos rumores de alianzas, de posibles acuerdos, de oportunidades de éxitos y de sentencias anticipadas que apuntan a adecentar el ejercicio político.
Ojalá que el bipartidismo se quede en el pasado y que resurja la vocación democrática de un pueblo en condiciones de avistar las mejores opciones que se presenten, sin que medien los tradicionales colores partidarios que conducen a votar por ofertas sin propuestas definidas, adheridas al liderazgo mesiánico que se escuda en el populismo y la demagogia. Ahora que se fue Leonel, y que se proyecta una tercera fuerza en capacidad para cambiar la historia, es oportuno abogar por el despertar de la conciencia de un pueblo digno de mejor suerte.