Ya sabemos que la construcción de la termoeléctrica Punta Catalina ha sido la más cara de todas las obras realizadas en el pasado gobierno, y que nos vendieron el sueño de que – una vez entrara en servicio- sería de gran beneficio para la población. Hasta se llegó a plantear que representaría el fin de los apagones. Sin embargo, a pesar de los anuncios de los aportes que genera al sistema energético, los apagones y las altas facturaciones se han convertido en “el pan nuestro de cada día”. Peor aún, se han incrementado a raíz del traspaso de mando, lo que para muchos resulta extraño.
La realidad es que la población está siendo castigada sin piedad, y a pesar de las pérdidas que se registran en el comercio, más la compra de combustible para plantas eléctricas de emergencia, se agrega como punzadas las facturas elevadas. ¿Cómo es posible que en humildes viviendas donde no han dado tregua los apagones, lleguen las facturas triplicadas? Obviamente, la provincia Peravia es la más abusada, ya que tenemos la hidroeléctrica de Valdesia, producimos energía eólica y a través de paneles solares, más la susodicha planta de generación a base de carbón. Es decir, producimos energía por agua, viento, sol y carbón.
Mientras tanto, lo que nos están dejando, a parte de los molestosos apagones, son las montañas de cenizas, que ahora no encuentran la fórmula para retirarla sin que afecten el medio ambiente. Y ahí están ellas, con la amenaza de llegar hasta nosotros para contaminarlo todo.
Total, al parecer, eso es lo que merecemos en una provincia donde luchar para defendernos parece estar fuera de la agenda de nuestro propio pueblo.
Y al final, como dice la canción, sólo cenizas quedará en nuestra población.