En realidad son muchas las violaciones cometidas. Algunas pasan desapercibidas, mientras que otras saltan a la vista, frente a las narices de las autoridades que “por raras circunstancias” se hacen de la vista gorda. Sólo basta con salir a las calles para percatarnos de las faltas que delatan a conductores de vehículos que se desplazan por lugares donde se observa la presencia de miembros de la DIGESETT, quienes se presumen conocen las normas contenidas en la ley de tránsito.
Sin embargo, el cumplimento sólo se advierte en determinadas épocas o cuando se producen cambios en los puestos de mando. Así lo entiende la población. Toda acción dirigida a hacer cumplir la ley se concibe como algo del momento, sin que cauce niveles de respeto entre los ciudadanos.
Así ocurre en todos los espacios, incluyendo a la provincia Peravia, donde en cada municipio o distrito, en la entrada y salida, en días escogidos montan los operativos donde son sorprendidos cientos de motoristas que se desplazan por las vías sin la documentación requerida.
Los vemos en la salida de esta ciudad, en la intercepción de las calles Presidente Billini con Alejandro Acosta, donde los agentes de la DIGESETT retienen cantidades de motocicletas que circulan sin placas, seguros, matrículas y cascos protectores. Otros no cuentan con silenciadores ni luces traseras y delanteras. La realidad es que todos debemos cumplir con la ley de tránsito, comenzando por organizarnos para cambiar la imagen de ciudad arrabalizada donde impera el sálvese quien pueda.
Lo triste y lamentable es que todo ocurre un día cualquiera, y luego seguimos en la rutina, viendo a los conductores pasar frente a los agentes de tránsito sin cascos ni accesorios indispensables para transitar por las calles. Y ni hablar de las violaciones constantes a los semáforos, y el desplazamiento en vías contrarias que ocasionan grandes dificultades. Esto, sin contar las imprudencias, el manejo temerario y los ruidos que están dejando sordas a las personas que viven expuestas a esas descargas interminables. Ojalá que los operativos no sean más que un recuerdo del pasado, porque no sean necesarios. Sin embargo, ante las imprudencias y violaciones a la ley de tránsito, es preciso que nuestras autoridades asuman la política de mano dura, no un día ni por las motivaciones conocidas, sino que actúen para que todos cumplamos con la ley. Sólo así habrá orden en la ciudad.