La deuda con él es enorme, incalculable e impagable. Nadie como él supo aquilatar las prendas más excelsas de amor por su pueblo. Así lo llegó a plasmar en sus primeros destellos literarios, y en su vida política, coronada con las decorosas perlas del honor.
Francisco Gregorio Billini, es sin dudas, el más ilustre de la estirpe banileja, que por raras circunstancias, a pesar de sus invaluables aportes a la patria, no había recibido un homenaje a la altura de su dimensión social y humana.
Desde esa realidad, rendir tributo a su memoria, al conmemorarse el 178 aniversario de su natalicio, es más que propicio para asumir el compromiso moral de reconocer sus elevados méritos desde la tierra de sus desvelos. Baní le acompañó en el año 1884 cuando en una reñida contienda fue elegido presidente de la República.
Y Baní sufrió su renuncia, ocho meses después de su ascenso al poder, por negarse a bloquear la prensa dominicana. Su inesperada dimisión tomó por sorpresa a la mayoría de sus adeptos. Según los cronistas de la época, al dejar la presidencia llegó a pedir 20 pesos a sus amigos para pagar una deuda: Algo increíble para los dominicanos.
Obviamente, el aporte más relevante de Billini a la literatura es la novela Baní, Engracia y Antoñita. Obra que se consagra como la primera novela costumbrista del parnaso de la literatura dominicana. Tenía que ser inspirada en Baní, recogiendo sus vivencias, costumbres y tradiciones. De ahí el peso del compromiso con el pródigo hijo de Baní, a quien recordamos con la celebración de diversos actos, exaltando sus méritos como político, poeta, escritor y pedagogo.
Felicitamos al comité de homenaje, a los directores y maestros del liceo Francisco Gregorio Billini, a las autoridades gubernamentales, a nuestros legisladores y a los representantes de Efemérides Patrias, por resarcir el olvido histórico, celebrando el natalicio del ilustre hijo de Bani, Francisco Gregorio Billini.
Reconocer la disposición del Ayuntamiento que declara cada 25 de Mayo, Día de Regocijo Municipal.
Ojalá que la clase política llegara un día a emular los valores y principios de Billini.