La lucha de los pueblos ha sido ardua, constante y llena de sacrificios para ganar espacios democráticos. En la República Dominicana hemos contado con hombres y mujeres que se han convertido en mártires de la prensa, porque asumieron con pasión la defensa de la libertad de expresión. Lo que hoy disfrutamos ha sido el resultado de años de luchas enfrentando tiranías, gobiernos despóticos y maquinadores del odio y la perversidad, que disfrazados de demócratas, procuran refugiarse bajo las sombras de la impunidad. Sin embargo, lo bueno y decoroso, por encima de esas pretensiones, es y seguirá siendo, que el pueblo cuente con una prensa independiente, en condiciones de divulgar sin temor a la censura, los hechos tal y como se presentan. Esa es una de nuestras fortalezas como nación. Bajo el candil de ese reconocimiento vimos renunciar a la presidencia de la República al ilustre hijo de Baní Francisco Gregorio Billini, tras ser conminado por sectores cavernarios a bloquear a la prensa. Mejor prefirió declinar al sacro ejercicio de gobernar.
Hoy como ayer nos asalta una gran preocupación frente a la aprobación, por parte del Senado, de la ley sobre el derecho a la intimidad, el honor y el buen nombre y la propia imagen. Un proyecto que bien podríamos llamar “intento de censurar y callar a la prensa”
La ley de marras busca sustituir el artículo 44 de la Constitución de la República y ya fue aprobado en segunda lectura luego de haber recibido el voto favorable de los miembros de una comisión que rindió un informe. Vale aclarar que dos miembros de dicha comisión no firmaron el informe. Y al final, sólo 18 de los 32 senadores votaron a favor. Realmente lo que queremos expresar es que esta ley, de ser aprobada en la Cámara de Diputados, sería altamente peligrosa para la libertad de expresión, para el acceso a la información, para los derechos de todos los ciudadanos, y que sorprende la forma alegre con que fue aprobada sin pasar por el cedazo del consenso. ¿Cómo es posible que el Senado de la República conozca y proceda a aprobar una ley sin abrir un debate con la participación de entidades como la Sociedad Dominicana de Diarios, sin el Colegio Dominicano de Periodistas ni el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa? Eso es lo que resulta sospechoso, más en tiempos como estos donde varios funcionarios y administradores de fondos públicos son señalados como corruptos. De hecho, muchos entienden que al colocarse en el pedestal de intocables. Si esa es la idea, debemos unirnos en una cruzada a favor de la libertad de expresión, porque esta ley claramente está dirigida a controlar a los medios y sobre todo a los periodistas en su ejercicio profesional. Pero no crea que usted se va a escapar, porque la ley podrá coartar la libertad de expresión de todos los ciudadanos en sus redes sociales particulares. Entonces, nosotros nos preguntamos: ¿Esa ley era necesaria? ¿A quién le hacía falta? La respuesta no se deja esperar: es un intento de blindaje que no podemos tolerar.