Cuando un problema alcanza dimensiones extremas, llegando a afectar a la población, más que denunciarlo merece la atención de las autoridades. Es así como se actúa en sociedades organizadas, donde el Estado protege y resguarda a sus ciudadanos.
Clamar por atención para los enfermos mentales se ha convertido en el pan nuestro de cada día. Llevamos años con esa letanía, pero nadie escucha el clamor de quienes como nosotros, pedimos a gritos que sean tratados como enfermos, creando las condiciones para que se les brinden atenciones médicas.
Claro está, no contamos con un hospital psiquiátrico, como tampoco, con un personal de salud habilitado para dar seguimiento a los constantes casos que se presentan. Baní está viviendo la cruda realidad de ver deambular a decenas de enfermos mentales que en su situación se tornan agresivos, poniendo en riesgo la vida de quienes encuentran por las calles.
Ya hemos hablado bastante de los pacientes psiquiátricos que se pasean sin dolientes, ante el olvido de sus familiares. Y si a esto se suma que son ignorados por el Estado, entonces el problema es más grave.
Son muchos los enfermos mentales que vemos por las calles, sobreviviendo entre las inmundicias. Sin embargo, en los últimos días ha sido noticia uno que en su delirio arrebata carteras y fundas, y ataca de forma agresiva a mujeres indefensas que encuentra en bancas de apuestas. Según versiones de los lugareños, el enfermo sigue haciendo de las suyas sin que nadie lo detenga.
Es evidente que no existe un organismo institucional dedicado a tratar de forma digna a los enfermos mentales. Y como ellos no cuentan en los procesos electorales, son ignorados por las autoridades. Obviamente, seguiremos hablando por ellos, abogando para que los atiendan, porque son seres humanos y merecen contar con un hospital que les brinde las atenciones que merecen.
Hoy, mañana y siempre, seguiremos sirviendo de voceros de los enfermos mentales que viven en las calles de nuestro pueblo.