Siempre lo hemos dicho y lo continuaremos repitiendo: “los operativos se conciben como acciones urgentes frente al descuido de las autoridades competentes”
La realidad es evidente. Cuando un problema crece, y se torna peligroso, entonces tenemos que recurrir a los llamados operativos que conllevan mayor esfuerzo y recursos. Sin embargo, no se trata sólo de inversión económica, sino de los malos hábitos que se generan en una población acostumbrada a violar constantemente la ley. En este caso la ley de tránsito, la de Medio Ambiente y las normativas urbanísticas contenidas en las resoluciones municipales. Nos referimos en esta ocasión a los operativos anti ruidos dispuestos por la Dirección Sur Central de la Policía Nacional durante el fin de semana. Una acción que aplaudimos como parte de la responsabilidad que tiene la institución del orden público para garantizar la paz y el sosiego en nuestra comunidad. Actuar en contra de quienes han convertido la ciudad en un verdadero caos, desplazándose sin ningún control, causando ruidos de todo tipo en cualquier espacio, sea frente a un hospital, clínica o centro educativo, es más que un motivo para actuar haya o no un operativo. Justo a eso nos referimos.
Vivimos en medio del desaliento, viendo cómo transitan cientos de individuos a alta velocidad, levantando sus motocicletas, y casi siempre, causando ruidos ensordecedores por falta del moflers. Obviamente, no es cosa de ahora, es un patrón que se reproduce desde hace años sin que a las autoridades de tránsito llegara a importarles. Por eso aplaudimos la disposición del director, Coronel Francisco Sención de la Cruz, por dirigir el operativo anti ruidos, especialmente para quienes transiten por las calles en motocicletas sin moflers, las que según dijo, serán incautadas y trasladadas hasta las instalaciones de la Digesett para su sometimiento. Reconocemos la actitud del Coronel Sención y valoramos su compromiso de brindar tranquilidad a la población. Es una necesidad prevenir los efectos nocivos de la contaminación sónica con la presencia de ruidos y vibraciones, sin importar el emisor acústico que lo provoque, porque más allá de las molestias que esto implica se constituye en riesgo para la salud de las personas, y además, para el desenvolvimiento de las actividades sin importar su naturaleza. Y es que el ruido afecta la audición, dificulta la comunicación y produce otros efectos negativos incrementando el riesgo de enfermedades cardiovasculares, así como también, insomnio, estrés y problemas psicológicos como la dificultad de aprendizaje y la disminución de la capacidad de atención y concentración.
Por todos esos factores, creemos que la campaña anti ruidos, más que enfrentarla en un operativo, requiere un plan permanente dirigido a dar cumplimiento a las leyes que norman las emisiones sónicas. No puede ni debe ser una acción de un fin de semana. Hay que llegar a los centros de diversión, a los que compiten con sofisticados equipos de sonidos en modernos vehículos, y en talleres de diversos oficios que molestan a los vecinos. Y claro está, también contra conductores de motocicletas que violan todas las normas. Ojalá que el Coronel Sención se case con la gloria, poniendo orden en una ciudad acostumbrada al desorden.